de una gloria futura, efecto tanto
de la gracia divina como de méritos precedentes.
DANTE ALIGHIERI, Purgatorio,
Canto XXV. 067-069
PROLOGO
Florencia, Italia. 1292El poeta se apartó de la mesa y miró por la ventana, desde donde veía su amada ciudad. A pesar de que
la arquitectura y las calles lo llamaban, lo hacían con voces huecas. Era como si se hubiera extinguido
una gran luz, no sólo de la ciudad, sino del mundo.
Quomodo sedet sola civitas plena populo facta est quasi vidua
domina Gentium...
Revisó la Lamentación que acababa de citar hacía escasos momentos. Desgraciadamente, las
palabras del profeta Jeremías eran insuficientes.
—Beatriz —susurró, con el corazón en un puño.
Incluso en ese momento, dos años después de su muerte, le costaba mucho escribir sobre su
pérdida.
Ella permanecería siempre joven, siempre noble. Siempre sería su bendición y no existía poema
en la Tierra capaz de expresar la devoción que sentía por ella. Pero lo intentaría, por su memoria y su
mutuo amor.
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