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miércoles, 12 de febrero de 2014

Capitulo 6

Pasada la medianoche, Richard notó que el colchón se hundía y que alguien se metía en la cama a su
lado. Se volvió y abrazó el cuerpo de su esposa. Era un cuerpo suave y muy familiar. Al presionarlo
contra el suyo, suspiró hondo.
Ella también suspiró de satisfacción, como hacía siempre que se acurrucaba contra él.
—Te he echado de menos —dijo Richard, acariciándole el pelo y besándoselo.
No se extrañó al notar que volvía a tenerlo largo y liso, como antes de la quimioterapia.
—Yo también te he echado de menos, querido. —Grace buscó su mano y entrelazó los dedos con
los suyos.
Richard notó que el anillo de boda y el de compromiso de ella chocaban con el suyo. Se alegró de
no habérselos quitado.
—Sueño contigo.
—Lo sé —admitió Grace, besando el lugar donde sus anillos se unían.
—Éramos tan jóvenes... Teníamos toda la vida por delante, queríamos hacer tantas cosas... —La
voz de Richard se rompió en la última palabra.
—Te echo mucho de menos —siguió al cabo de unos momentos—. Añoro abrazarte en la
oscuridad. Oír tu voz. Aún no me creo que te haya perdido.
Grace le cogió la mano y se la llevó al pecho.
Richard se preparó para notar los huecos que había en el lugar donde habían estado sus pechos.
Aunque sus cicatrices lo entristecían, no le resultaba desagradable mirarla ni tocarla. Pero ella no se lo
permitía.
Grace pensaba someterse a cirugía reconstructiva, pero cuando el cáncer regresó, eso pasó a un
segundo plano. Para él, siempre había sido hermosa, arrebatadora, incluso al final.
Su mano entró en contacto con los senos de Grace, y los notó redondeados y prietos. Tras unos
instantes de vacilación, le cubrió un pecho con la mano. Ella apoyó la suya sobre la de él y apretó.
—Estoy curada —susurró—. Fue una experiencia maravillosa. No me dolió nada.
Richard sintió el cosquilleo de las lágrimas.
—¿Curada?
—No existe el dolor. Ni las lágrimas. Y es tan... tan hermoso.
—Siento no haber sido consciente de que estabas enferma —se excusó él, con la voz ronca de
emoción—. Debería haber prestado más atención. Debería haberme dado cuenta.
—Era mi hora. —Grace se llevó la mano de Richard a la boca y la besó—. Hay tantas cosas que
quiero mostrarte. Pero aún no. Descansa, mi amor.
Al despertarse a la mañana siguiente, la cama de Richard estaba vacía, pero sabía que había
recibido un don muy especial. Se sentía más ligero, más en paz consigo mismo y con el mundo de lo
que lo había estado en mucho tiempo. Tras desayunar con la familia, empezó a preparar las cosas para
dejar el puesto de investigador en Filadelfia.
Durante la semana siguiente, puso su apartamento a la venta y contrató un servicio de mudanzas
para llevar sus cosas de vuelta a la casa que había comprado con su esposa muchos años atrás.
Gabriel insistió en recoger también las cosas que habían dejado en el guardamuebles.
Cuando los camiones empezaron a llegar, Gabriel les indicó a los transportistas el camino hacia
el dormitorio principal, para que se llevaran sus muebles antes de montar los de su padre.
—No —dijo Richard, apoyando una mano en el hombro de su hijo—. La habitación de invitados
es ahora mi habitación.
Gabriel pidió a los transportistas que los dejaran un momento a solas y se volvió hacia su padre
con el cejo fruncido.
—¿Por qué no quieres volver a tu habitación?
—Ésa es vuestra habitación ahora. Julia la ha pintado y decorado a su gusto y no pienso tocar
nada.
Gabriel empezó a protestar, pero Richard lo interrumpió levantando una mano.
—Grace estará conmigo duerma donde duerma. Me encontrará también en la habitación de
invitados. —Con un último apretón en el hombro de Gabriel, les indicó a los transportistas el camino
de su nuevo cuarto.
A él no le apetecía discutir con su padre, especialmente cuando éste tenía un aspecto tan
satisfecho. Si sus palabras le resultaron extrañas, no lo demostró.
(La verdad es que no le resultaron extrañas.)
Esa noche, cuando la casa volvió a quedarse vacía y en calma, Richard se imaginó que Grace se
metía en la cama con él. Se volvió de lado y se durmió, tranquilo, antes de reunirse con ella en sueños.

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